Estas no son las banderas de Pujol, de Mas, de Rajoy, de Puigdemont o de Zapatero. Estas son las banderas de los ciudadanos de una nación y los de una región cuyos gobernantes no son más que una mota de polvo en el conjunto histórico, social, cultural, artístico, geográfico, religioso y climático que representan sus colores, los colores que nos hermanan.
Todo el que desprecia cualquier bandera por la podredumbre de sus gobernantes, no les está despreciando a ellos, sino a toda la población a la que representan, a todos y cada uno de los ciudadanos que forman parte de esta gran nación española y cada una de sus regiones, con sus episodios oscuros como en cualquier otro rincón del mundo, pero con la grandeza humana de sus gentes y sus legados culturales, arquitectónicos, deportivos y tantos y tantos motivos de orgullo a lo largo de nuestra historia que no pueden verse cuestionados por la ineptitud de ningún gobernante ni por aquellos ciudadanos resentidos que lejos de atacar a determinados políticos por sus vergüenzas, se limitan a tratar de destruir la misma nación de la que forman parte, sucumbiendo a la absurda necedad de quien trata de perforar el casco del propio barco en el que navega airoso.
Si no defendemos aquello que somos frente a quien lo desprecia, nadie lo hará por nosotros.
A. Hidalgo - Noviembre 2017