Según un alcalde comunista de un municipio de Cataluña donde conviven sin mayor problema ciudadanos que tienen como propio cualquiera de los dos idiomas oficiales, la lengua española que según él no existe, sería una más de las lenguas de España a la que él prefiere denominar “castellano” para así justificar su carácter impropio en el municipio catalán en el que ejerce su alcaldía mano a mano con el partido pseudoseparatista PSC-PSOE.
A la pregunta a dicho alcalde sobre su oficial y absoluta exclusión de la lengua española de todos los actos, pregones o documentos emitidos desde el consistorio, responde alegando que la lengua catalana debe de ser protegida en el presente y en el futuro, por su presumible persecución en el pasado y es una lengua común de todos y a todos nos incluye, negando que una parte de los ciudadanos deban de sentirse excluidos por el desprecio a su propio idioma, siendo tan oficial y propio como el anterior en un territorio donde propios, naturales y oficiales son sus ciudadanos tengan el idioma que tengan de entre ambos, como primero y principal.
¿Acaso la lengua española no es con mayor motivo la lengua común de todos en España entera? ¿Acaso el uso equitativo de ambos idiomas en nuestras instituciones, como así sucede entre sus ciudadanos, impediría a nadie utilizar con normalidad uno u otro idioma?
¿Acaso la lengua española deja de ser oficial allí donde coexiste con otro idioma local?
Que no nos tomen el pelo. Los habitantes de Cataluña que tenemos la lengua española como primera y principal, no somos ciudadanos de segunda, ni tenemos porqué aceptar la exclusión absoluta de la lengua española en todo aquello que procede de nuestros representantes, a quienes se les supone la obligación de velar por los derechos de todos, incluídos los derechos lingüísticos de quienes, al parecer, hemos cometido el grave delito de tener un idioma propio en nuestra propia tierra, diferente del idioma local establecido como único y exclusivo.
No permitamos la exclusión lingüística en nuestras propias ciudades. Es nuestra libertad recortada y la privación de nuestros derechos. Que no nos sigan tomando el pelo.
A. Hidalgo - Mayo 2017