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Para algunas personas, aplaudir y considerar “gente de paz” a los terroristas, incluso ser independentista siendo “enemigo” natural del independentismo por su procedencia andaluza, son simples “desaciertos o cagadas”.

Todo se perdona, todo es relativo y de menor importancia si el sujeto en cuestión se dedica a arrojar todo su odio contra un determinado partido. Esa es la cuestión, el odio contra el PP como “deporte nacional” lo justifica todo, como si la corrupción de otras formaciones, la connivencia con el terrorismo o el querer trocear España en parcelas pasándose las leyes y la democracia por el forro de los zapatos fueran un mal menor. ¡Que nadie se equivoque! Yo ni soy defensor del PP, ni soy masoquista, ni me gusta que me roben, pero no me gusta que lo haga ningún partido, ninguno. Y aún me gustan mucho menos los radicalismos totalitarios que no dejan de ser una forma más de ningunearnos, robar o malgastar el fruto de nuestros bolsillos en beneficio de sus fines dinamitadores y corrosivos.


No es una cuestión de siglas, ni de colores, sino más bien de la hipocresía de quien dispara con su dedo acusador sobre la suciedad ajena, estando pringado hasta las orejas con la basura de su propia indecencia. Algo más que una simple cagada de quien no puede dar lecciones de moral nadie.

 

A. Hidalgo - 11/04/2017

 

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