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QUÉ SE SEPA EN MANOS DE QUIEN ESTAMOS, LEERLO.

“Todo empieza el pasado domingo.
Pedro Sánchez decreta el estado de alarma. Inmediatamente la sanidad se centraliza y el Gobierno pasa a ser el guarda y señor del material sanitario nacional. Tras el comunicado, Pedro Montañés, industrial propietario de la fábrica Diseños NT en Alcalá la Real (Jaén), recibe una llamada el mismo domingo por la noche de la presidencia del Gobierno y recreamos aquí, tal y como ha indicado Pedro.

Noche del domingo
Presidencia del Gobierno: Sabemos que tienen una línea de fabricación de productos hospitalarios. ¿Es así?

Pedro Montañés, industrial: Sí, podemos llegar a fabricar hasta 80.000 mascarillas diarias si fuera necesario.

Presidencia del Gobierno: Muy bien, le pasamos con el ministerio de Sanidad. Usted deberá seguir a partir de ahora nuestras órdenes.

Pedro Montañes, industrial: Por supuesto, así lo haremos.

Ministerio de Sanidad: ¿Tienen stock?

Pedro Montañes, industrial: Tenemos 150.000 mascarillas preparadas para mañana. Es un pedido del Servicio Andaluz de Sanidad que saldrá para los hospitales andaluces. Una parte también va para las distribuidoras de las farmacias que están sin mascarillas.

Ministerio de Sanidad: "Por orden del Gobierno usted ya hará lo que le digamos. Esas mascarillas irán a los hospitales que les indiquemos. Como no hay repartidores a estas horas (es de madrugada) les enviaremos a la Guardia Civil con furgones.

Pedro Montañés, industrial: "Sin problema. Nos vamos todos ya para la fábrica a preparar el embalaje del material. Nos ponemos a nuestra entera disposición del Gobierno".

Ministerio de Sanidad: De acuerdo. Cada día le iremos enviando un mensaje con la orden de destino donde tienen que ir sus mascarillas.

Pedro Montañés, industrial: Estamos a su entera disposición.

La Guardia Civil llega ese mismo domingo, (ya lunes de madrugada). Trabajadores, agentes, y Pedro incluido, llenan las cajas, embalan como locos y todo está listo. En ese momento, el industrial, pone las máquinas al máximo de rendimiento. Triplica los turnos, sus empleados se entregan y se disponen a trabajar a destajo. La Guardia Civil los felicita por su excelente colaboración con el país, agentes y trabajadores se dan mensajes de apoyo. Los camiones arrancan, parten hacia hospitales públicos de diferentes puntos del país.

Al día siguiente, lunes 16 de marzo, llega para Pedro Montañés como el mismo describe, "el peor día de su vida". El Gobierno comparece y transmite que "se han incautado 150.000 mascarillas en Jaén" con las connotaciones que el verbo incautar implica para la persona a la que se le "incauta": ladrón, contrabandista, delincuente, mercado negro.

Pedro y los suyos no dan crédito cuando lo escuchan. En ese momento en su fábrica están dejándose hasta el alma. Acaban de aumentar la producción de 50.000 a 80.000 unidades asumiendo el riesgo para la maquinaria. Y se quedan helados.

"Hicieron creer que teníamos las mascarillas ocultas como si las tuviéramos escondidas, como si fuéramos unos contrabandistas o especuladores", relata Montañes con tristeza.

Linchamiento mediático
Automáticamente empiezan a recibir el chorreo de insultos y descalificaciones procedentes de la aparatología mediática al servicio gubernamental. Periodistas y tertulianos inician el proceso inquisitorial contra Montañés y sus empleados sin haberles consultado siquiera.

"En La Sexta nos llamaron miserables. Dijeron que estábamos atentando contra la Salud Pública, que éramos unos especuladores, cuando la realidad es que estábamos poniéndonos a disposición de España para que nuestras mascarillas fueran canalizadas a través del Gobierno. Nos llamaron sin vergüenzas. En redes sociales fue un linchamiento con adjetivos jamás pudimos imaginar que nos dirían", lamenta profundamente el andaluz.

"Estos días han sido una pesadilla. En las redes sociales recibimos unos calificativos que jamás los había escuchado en mi vida. No responden a la realidad, desde nuestra humilde posición solo queríamos contribuir a paliar un gravísimo problema que estamos atravesando y que nos tiene a todo el mundo asustados y en una situación verdaderamente crítica", argumenta el propietario de la fábrica.

Es un escenario hilarante. En mitad de la lluvia de acusaciones, el Gobierno no recula, no pide perdón y sigue sin rectificar. Mientras Montañés eleva de 50.000 a 80.000 mascarillas diarias la producción, su maquinaria echa humo, sus empleados no paran, el establisment mediático desde sus atalayas lanza una campaña de denigración sin parangón contra todos ellos. La indefensión es absoluta.”

 
 
 

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