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Moneda acuñada en Tarraco mi ciudad natal, está acuñada en honor del auriga de Tarraco (Triumphalis Tarraco Urbs), Lucius Minicius...“Lucius Minicius acudió en el año 129 a Olimpia, a competir con sus caballos en la 227ª Olimpíada, y consiguió el triunfo en la carrera de cuadrigas. Lucius Minicius se convirtió así en el primer campeón olímpico español, ya que, según está escrito en su testamento grabado en una columna que se conserva en el Museo Arqueológico de Barcelona, declara haber nacido en Barcino un día del mes de febrero del año 97.” Sin embargo en el antiguo mundo romano no se conocían o se plasmaba el nombre del ganador de las cuadrigas, sino el nombre del poseedor o el dueño de la cuadriga, así que no queda muy claro si Lucius Minicius fue el auriga o el dueño de la "Cuadrigae". En Tarraco eran conocidos los nombres de dos famosos aurigas estos eran Fuscus y Eutyches, y de los cuales se escribieron epitafios conmemorativos de sus victorias en forma de verso.

 

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 © T-0357-2014

 

De Eutyches dice esto: 

"A los dioses Manes, al auriga Eutyches, de XXII años. Flavius Rufinus y Sempronia Diofanes dedicaron este monumento a su siervo que bien lo merecía. Descansan en este sepulcro los restos de un auriga principiante, bastante diestro sin embargo el manejo de las riendas. Aunque se atrevía a montar carros de cuatro caballos, no despreciaba los de dos. Los crueles hados, a los que no es posible oponer resistencia, tuvieron celos de mi juventud. Y, al morir, no me fue concedida la gloria del Circo, para evitar que me llorara la fiel afición. Malignos ardores abrasaban mis entrañas, que los médicos no lograron vencer. Te ruego, caminante, derrama flores sobre mis restos como cuando me aplaudías mientras vivía ".

 

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La lápida de Fuscus decía así:

"A Fuscus de factio veneta consagramos un ara con nuestro dinero sus partidarios y amigos para que todos conozcan este testigo y panorama de amor. De plena fama disfrutaste, mereciste alabanzas en las carreras, luchaste muchas veces, pero nada temiste. Sufriste envidia y fuerte, siempre callaste. Viviste bellamente y mortal, obedeciste al hado. Cualquiera que sea caminante, párate si lo buscas, lee si le conociste o si recuerdas el hombre que fue. Todos teman a la fortuna, pero aprendan mientras tanto. Fuscus tiene el túmulo que cubre sus restos, tiene la lápida. Tuvo suerte. Bañaremos ahora con lágrimas el inocente. Orar y descansar plácidamente. Nadie fue igual a ti".

 

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En mi libro “Historias en la historia” (© T-0357-2014), en su capítulo II, narro la historia de un auriga que podía haber sido uno de estos dos, aunque es una novela de ficción, ya que en ella hago coincidir a Sixto Augusto (el auriga de Tarraco) protagonista de la misma, con el poeta de Tarraco Martel.lus, todo ello en la época de Adriano, el cual también es protagonista de la historia.

Seguidamente os dejo una nota del siguiente articulo, que habla entre otras cosas sobre el Circo de Tarraco, mi ciudad natal.

 

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La puerta triunphalis del circo de Tarraco, lugar por donde pasaron diversos aurigas venidos de todos los puntos del imperio Romano. De entre los más famosos cabe destacar los dos que eran originarios de la ciudad Fuscus, pero sobre todo el bello Eutyches.Entre las inscripciones de Tarragona se encuentran dos losas sepulcrales de aurigas del circo. Las dos están escritas en verso. Una de ellas menciona a Eutyches, que murió a los 22 años, no en el glorioso hipódromo como era su deseo, sino en la cama, de pérfida enfermedad. La otra alaba a un tal Fuscus, elevándose al final hasta la redundante exclamación redactada en griego: "De tus triunfos habla la Eternidad". En la antigua Tarraco se celebraban diversos actos o festejos en honor a los diferentes emperadores, en uno de ellos, la carrera de cuadrigas en el Circo, en la que participó el siervo de Flavio y Sempronio, Eutyches, ( auriga famoso de la ciudad y fuera de ella por su belleza varonil, juventud y audacia. Eutyches que a su muerte a los 22 años, nos dejó escrito en mármol, este testamento emocionante: "....Envidió mi juventud el cruel destino, aquel destino contra el que nada puede hacerse. Ni siquiera me ha concedido la gloria de morir en el Circo, donde el pueblo piadoso hubiera derramado lágrimas sobre mi cuerpo. Una ardiente fiebre me ha quemado las entrañas, me ha vencido la enfermedad que no ha podido frenar la medicina. Alfombra de flores, caminando, mi sepultura; quizás tú misma me aplaudías cuando vivía...")

 

http://www.lavozdelciudadano.com/index.php/11-navarrete/132-el-eco-de-la-historia-xxi

 

J.L.N.G. “El Eco de la Historia” 969602_430580543722053_2127722024_n.jpg - 6.11 kB Junio 2019

 

 

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