Cuando Tarragona en 2011, fue proclamada sede de los XVIII Juegos Mediterráneos que se debían de disputar “en un principio” en 2017, todo tarraconense que “ama su ciudad”, lo acogimos con alegría, orgullo y entusiasmo. Miles de jóvenes y no tan jóvenes se prestaron a hacer de voluntarios para dicho evento, que por segunda vez en la historia, representaría a España y Cataluña en esos juegos, de los tres que hasta la fecha se han disputado en territorio español. Después del éxito de Almería 2005, última vez que esos juegos fueron acogidos en una ciudad mediterránea peninsular, los tarraconenses que tanto presumimos de cultura y patrimonio nos apresuramos con ilusión a ir promocionando dichos juegos.
Pero a pesar del esfuerzo y trabajo “desinteresado” de muchos, dichos juegos a falta de presupuesto, debieron de ser aplazados para 2018. Debido a la situación política, beligerante y tensa que últimamente se esta representando en los escenarios de este territorio del nordeste, apareció la verdad al desnudo, para desenmascarar a todos aquellos que decían querer su ciudad, su patrimonio cultural bimilenario, sus tradiciones y sobre todo su identidad mediterránea...única de las características que nos unen a todos los pueblos que bañan este precioso e histórico mar, cuna de las civilizaciones más importantes que han existido en la historia de la humanidad.
Durante la semana escasa que ha de durar los juegos en Tarragona, parece que la política (esa mentirosa verdad oculta de la que se valen siempre los interesados), está haciendo un pulso a los propios atletas (4000, récord de participación) y sobre todo los más de 3500 voluntarios que con ilusión han acogido, organizado y trabajado para que estos juegos, con más o menos éxito que los 17 anteriores fuesen los mejores...pero sobre todo, los únicos y quizás los últimos, que se disputen en una pequeña ciudad que nunca podrá hacerle sombra a Barcelona 92 y aquellos juegos olímpicos de aquel inolvidable verano, que fue orgullo de toda España y los más exitosos para nuestra delegación olímpica. Como dijo una vez un filósofo que nació a orillas del Mediterráneo:
"De verdad no sabemos nada, porque la verdad está en un pozo". Demócrito (460 – 370 a. C.)
Seguidamente, al alcalde de nuestra ciudad que ha organizado los juegos Josep Félix Ballesteros, al “MHP” de la Generalitat Joaquim Torra (abucheado en la inauguración), al presidente de la nación Española Pedro Sánchez y a S.M. Felipe VI Rey de España, les quisiera dedicar la siguiente leyenda mitológica:
Cuenta una leyenda, que un día la verdad y la mentira se cruzaron.
- ¡Buen día!. Dijo la mentira.
- ¡Buenos días!. Contestó la verdad.
- ¡Hermoso día!. Dijo la mentira.
Entonces la verdad se asomó para ver si era cierto. Lo era.
- ¡Hermoso día!. Contestó entonces la verdad.
-Aún más hermoso está el lago. Dijo la mentira.
Entonces la verdad miró hacia el lago y vio que la mentira decía la verdad y asintió.
Corrió la mentira hacia el agua y dijo... -El agua está aún más hermosa. Nademos.
La verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa y confió en la mentira.
Ambas se sacaron las ropas y nadaron tranquilas.
Un rato después salió la mentira, se vistió con las ropas de la verdad y se fue.
La verdad, incapaz de vestirse con las ropas de la mentira comenzó a caminar sin ropas y todos se horrorizaban y reían al verla.
"Es así como aún hoy en día la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad y no la verdad al desnudo."
Foto: La verdad saliendo del pozo/ Jean-Léon Gerôme. 1896 sus obras suelen tener un trasfondo histórico, que mezcla la mitología con lo oriental.
La Verdad tiene que aparecer desnuda dado que ésta no oculta nada. Visiblemente enojada, vemos como en su mano porta un látigo en clara actitud beligerante dado que su misión es castigar a los que la insultan y se hacen valedora de ella (los mentirosos).
J.L.N.G. "La Rueda de la Verdad" Junio 2018