Desde el siglo VI a.C., las tierras de la capital de la Hispania Citerior Tarraco, ya era nombradas por el historiador, poeta y geógrafo Rufo Festo Avieno. Avieno mencionaba Callipolis en su obra “Ora Maritima” y la definía o situaba entre el cabo de Salou y el margen derecho del río Tulcis (Franciolí). http://www.lavozdelciudadano.com/index.php/11-navarrete/31-el-eco-de-la-historia-vi
Son pues estos asentamientos más primitivos al futuro poblado ibero de Kesse, los primeros antes del acercamiento a la cultura romana o al campamento que fundó Publio Cornelio Escipión como base permanente de las campañas ibéricas republicanas contra los cartagineses de Anibal y Asdrubal en la parte alta de la Tarraco Antigua o la Tarragona actual. http://www.lavozdelciudadano.com/index.php/11-navarrete/132-el-eco-de-la-historia-xxi
En esa ta época pues S. III a.C. a IV d.C, y en dicho margen derecho florecieron las villas o casas señoriales, palacetes o termas en tierras que anterioremente, supuestamente habrían pertenecido a los Iberos asentados en esas tierras planas y fértiles, ideales para el cultivo del cereal, hortalizas e incluso a la caza menor S.VI a III a.C. La anterioremente mencionada villa o poblado de Callipolis, donde se encontró el famoso mosaico de los peces expuesto en el Museo Arqueológico de Tarragona; o esta de Centelles en el actual término municipal Tarraconense de Constantí son las más evidentes y que han quedado para la posteridad.
Etimológicamente el nombre de Constanti, es evidente que deriva o bien de Constantino I el Grande, el forjador del Cristianismo en el imperio, o bien de su hijo Constante II (Se cree que este edificio de la Villa de Centelles sirvió como mausoleo, y algunos arqueólogos, como el alemán Helmut Schlunk, que desde 1959 estudió con frecuencia este edificio, se lo atribuyeron al mencionado, que murió en Elna en el año 350 -cuyo nombre se habría conservado en el del municipio-). Hasta ahora esta es la interpretación más difundida del origen de Constantí y de su famosa villa de Centelles.
La Villa romana es del siglo I , aunque anteriormente quizá existiese ya un asentamiento o construcción dos o tres siglos más antigua de explotación agrícola y ganadera. El margen derecho de la desembocadura del río Francolí - en contraste con el otro lado - es una zona llana, bien comunicada y muy apta para la explotación de los recursos agrícolas. Las evidencias arqueológicas más antiguas documentadas en Centcelles, a unos cinco kilómetros de Tarraco, corresponden a los siglos II-I aC aunque, por su escasez, no permiten conocer con precisión el tipo de asiento con el que estarían relacionadas.
La villa fue reformada en el Siglo III y ampliada en el IV. De esta ampliación hay que destacar el edificio central. Se trata de una construcción de forma cúbica con una altura de 15,50 metros. En su interior se encuentra una sala de planta circular de 10,70 metros de diámetro con una cripta y cuatro nichos. Por distintos motivos es una construcción de interés excepcional en su época donde la calidad de sus teselas en la brillantez de sus mosaicos otrora serían majestuosos.
La cúpula está cubierta por mosaicos un estado de conservación variable y con grandes pérdidas, excepto en su franja inferior. Presentan colores brillantes que se han conservado, en parte, gracias a que estuvieron cubiertos por yeso hasta 1877. Los mosaicos se dividen en cuatro zonas, cada una de ellas separadas por unas cenefas de dibujos geométricos.
El mosaico de la cúpula está ordenado en tres franjas horizontales coronadas por un medallón cenital: en el friso inferior se reproduce una cacería en la que destaca el grupo de cazadores situados sobre la ventana frente a la puerta de acceso, la representación de una gran villa romana sobre la ventana opuesta y varias escenas relacionadas con la práctica de la caza (transporte y preparación de las trampas, acoso de los ciervos por parte de los cazadores, etc); en el friso intermedio se representan dieciséis escenas del Antiguo y del Nuevo Testamentos, separadas por columnas, mientras que, en el friso superior, la representación de las cuatro estaciones del año alterna con otras cuatro escenas donde figura un personaje lujosamente ataviado sentado en una cátedra o trono acompañado por varias personas. La composición termina con un medallón central, del que sólo se conserva un grupo de pequeñas cabezas. En el centro de la sala de la cúpula se localiza una cripta subterránea y una subcripta de difícil interpretación. Una puerta en el muro Oeste permite acceder a una sala quadrilobulada que conserva parte del arranque de la cubierta pero no restos de la decoración original.
Por problemas de conservación y tratamiento, los restos correspondientes a esta villa altoimperial no son actualmente visibles. Muy probablemente el uso de estas instalaciones en algún momento podrían haber pertenecido a unas termas o recinto de restauración u hospedaje ya que se encontraría en el margen de la calzada que partía desde la Via Augusta en Tarraco hasta el norte de la Peninsula destino Emerita Augusta, pasando por la Iltirta íbera o Llerda romana (Lérida), Caesaria Augusta (Zaragoza), Toletum (Toledo)- Vía XXV-.
El edificio que actualmente se nos muestra corresponde, fundamentalmente, al cuerpo principal de una gran villa construida en un momento todavía incierto del siglo IV. Este cuerpo, orientado E-O, es de planta rectangular y mide más de 90 metros de fachada. El extremo occidental está ocupado por dos pequeños conjuntos de baños, uno de ellos (baños meridionales) perpendicular al cuerpo principal. A pesar de las diferencias en cuanto a dimensiones, la estructura es similar: unos espacios calentados (caldaria y tépida) a través de un horno y un sistema de doble pavimento (hypocaustum) y unos ambientes fríos (frígida). Las salas se complementan con bañeras y piscinas de agua caliente o fría según corresponda. Los dos conjuntos de baños articulan a partir de un patio interior rodeado de estancias. El extremo oriental, más deteriorado, incluye un ámbito ábside, una gran estancia de planta cuadrangular (reconvertida en balsa en época moderna) y parte de la fachada posterior con dos de las ventanas conservadas. Dos muros en sentido N-S indican la existencia de un cuerpo perpendicular. Se perfila, pues, un edificio en tres cuerpos - un cuerpo principal orientado este - oeste y dos perpendiculares en los extremos - dispuestos alrededor de un gran jardín.
En su interior también podemos contemplar expuestos algunos motivos de cerámica antigua en perfecto estado de conservación, así como algunos restos de cornisas y pies de un par de columnas.
J.L.N.G. “El Eco de la Historia” Noviembre 2017.